Días como hoy me sumen en reflexiones profundas.
Tanto halago y esperanza depositados en las mujeres me alertan.
Me asusta la idea de tener que ser la salvadora de la humanidad.
¿Quién dice todo esto?
Es cierto que la mujer debe recuperar su lugar, su labor, su voz, su poder, su fuerza.
Es probable que al hacerlo, la humanidad se organice de una forma más adecuada.
Es cierto que la mujer debe reconocerse a sí misma, y que la consciencia de la humanidad debe evolucionar hacia la erradicación de la violencia como recurso para manifestar nuestras emociones, y como herramienta para relacionarnos con el otro.
Es igualmente cierto que las estructuras patriarcales ya no tienen cabida y que se abre paso un nuevo paradigma de relación entre los géneros.
También es cierto que lo femenino necesita ser desarrollado en la humanidad.
Pero la mujer no es lo femenino. Así como el hombre no es lo masculino.
Descubro que una vez más nuestros ideales nos están conduciendo a endiosarnos con aberrante simplicidad.
Hay que tener cuidado.
Lo femenino es una de las dos manifestaciones del movimiento de la energía de la divinidad... ¡Casi nada! La mujer representa esa energía pero de ninguna manera es ella.
Igual de importante es que el hombre desarrolle su energía femenina como lo es que la mujer desarrolle su energía masculina. Tengamos cuidado con pensarnos como esas energías y olvidar una vez más nuestra condición humana... ya sabemos a dónde nos conduce creernos dioses.
Me preocupa el peso que sobre nosotras se está depositando. Efectivamente ser mujer es una condición maravillosa, como debe ser ser hombre, ave o árbol. Y lo importante de tener que recordar esta maravillosa condición es el olvido, el secuestro y el profundo desprecio que la condición de mujer suponía hasta hace poco, y en muchos lugares de este planeta en este tiempo aún supone.
Pero recordar tiene un tiempo. Quedarnos en ese discurso es una tentación vanidosa y narcisista. Por otro lado justifica lo injustificable: que los horrores que cometemos todos los días se deben a que la mujer no ha podido expresarse y desarrollarse. No confundamos, eso es parte del horror, pero no es la causa del horror.
La causa del horror hay que buscarla más bien en la evolución de nuestra conciencia. Y ésta es una condición de la humanidad en general. Disponernos a movernos de sitio, a contactar con el Espíritu, a atrevernos a morir a quienes somos para comenzar a vivir en sintonía con la Fuerza Creadora del Universo, es una decisión individual, un compromiso de cada corazón.
Bien es cierto que tenemos que seguir bailando y cantando para abrir las puertas de la libertad cerradas para tantas personas oprimidas y esclavizadas: mujeres y niñas, sobretodo, seguidas de su raza, su edad y su condición económica y cultural. Pero como bien sabemos, el maltrato a la mujer es una manifestación más de la desconexión del ser humano con su esencia. Se maltrata a la Tierra, se maltrata a la Diosa y a sus hijos, que somos TODOS.
Así que bailemos, cantemos, gritemos hasta desgarrarnos la garganta, y no cejemos en nuestro empeño de concienciar lo errado en el camino de esta humanidad peregrina.
Pero cuidado con señalar una vez más salvadores o salvadoras, pues nadie, jamás, va a salvarnos de nosotros mismos. Todos tenemos una tarea que hacer. Hagámonos responsables.
ENVISIBLE es un vínculo entre mujeres que nos admiramos desde lugares alejados y remotos • México • Uruguay • Nueva York • España • Bienvenidos al mundo que las mujeres estamos creando, los invitamos a explorar nuestro lenguaje y nuestros sueños. Los invitamos a escuchar la voz de nuestras palabras.
viernes, 8 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
LA MUERTE
"We must be willing to get rid of the life we’ve planned so as to have the life that is waiting for us.
The old skin has to be shed before the new one can come."
Joseph Campbell*
Si he de morir que sea con la Serpiente
que me inyecte su veneno
—que me transforme—
que me quite la piel
—que me transforme—
que me saque del paraíso
—que me transforme—
que me muestre la vida
—que me transforme—.
La Muerte se me presentó estos días. No la esperaba.
No le tengo miedo, pero respeto a la gran dama. Honro su sabiduría, su certera puntualidad. La prefiero de mi lado, siempre, para conocerla.
Llegó avisando, generosa.
Hicimos un pacto. Se la llevaría sin miedo y sin dolor, a cambio de una promesa: que con su muerte yo también muriera.
Así que morí. Dejé en los huesos de mi abuela el rencor, la lucha, el desencuentro y el dolor, que murieron con ella.
Siete claveles rojos fueron quemados al incinerarla. Uno por cada vida, por cada amor, por cada semilla.
La Muerte alimentada sonrió: "Ahora debes morir a la virtud. Sólo así quedaré satisfecha".
En un pequeño hatillo guardé mi amor, mi esperanza y mi agradecimiento. Dejé mi luz y mi pureza.
La tumba se cerró sellando mi propia muerte.
La guarda una araña gigante con ojos de fuego. Ella custodia nuestra muerte, de aquellos que fuimos y que se pudrirán, para hacer hueco a una nueva vida, alimento de la Tierra.
Ella —la araña— que teje redes transparentes de amor divino, como el destino. Que sostiene, que crea y crea eternamente con la palabra sincera.
La araña cuidará de nosotros, mujeres y hombres valientes. Hasta que una nueva muerte nos obligue a morir de nuevo. Hasta que llegue el día en que la Muerte se asome y ya no encuentre nada, ni luz ni sombra, ni rastro de nosotros.
Una vez más la Muerte me ha dado la vida. Esta vez una vida ya sin muerte.
A Dios abuela.
The old skin has to be shed before the new one can come."
Joseph Campbell*
Si he de morir que sea con la Serpiente
que me inyecte su veneno
—que me transforme—
que me quite la piel
—que me transforme—
que me saque del paraíso
—que me transforme—
que me muestre la vida
—que me transforme—.
La Muerte se me presentó estos días. No la esperaba.
No le tengo miedo, pero respeto a la gran dama. Honro su sabiduría, su certera puntualidad. La prefiero de mi lado, siempre, para conocerla.
Llegó avisando, generosa.
Hicimos un pacto. Se la llevaría sin miedo y sin dolor, a cambio de una promesa: que con su muerte yo también muriera.
Así que morí. Dejé en los huesos de mi abuela el rencor, la lucha, el desencuentro y el dolor, que murieron con ella.
Siete claveles rojos fueron quemados al incinerarla. Uno por cada vida, por cada amor, por cada semilla.
La Muerte alimentada sonrió: "Ahora debes morir a la virtud. Sólo así quedaré satisfecha".
En un pequeño hatillo guardé mi amor, mi esperanza y mi agradecimiento. Dejé mi luz y mi pureza.
La tumba se cerró sellando mi propia muerte.
La guarda una araña gigante con ojos de fuego. Ella custodia nuestra muerte, de aquellos que fuimos y que se pudrirán, para hacer hueco a una nueva vida, alimento de la Tierra.
Ella —la araña— que teje redes transparentes de amor divino, como el destino. Que sostiene, que crea y crea eternamente con la palabra sincera.
La araña cuidará de nosotros, mujeres y hombres valientes. Hasta que una nueva muerte nos obligue a morir de nuevo. Hasta que llegue el día en que la Muerte se asome y ya no encuentre nada, ni luz ni sombra, ni rastro de nosotros.
Una vez más la Muerte me ha dado la vida. Esta vez una vida ya sin muerte.
A Dios abuela.
miércoles, 20 de febrero de 2013
RUMORES
Rumores, murmullos que nos invitan a prestar atención.
El murmullo se ha convertido en voz.
Cuando la voz se despierta, comenzamos a escuchar... a escucharnos.
Muchas vidas han pasado para llegar hasta hoy.
A que yo esté escribiendo estas palabras,
y ustedes las estén leyendo.
Y desde el cambio –inevitable–
miro atrás para darme cuenta que todo, TODO, ha sido perfecto.
Nuestro desarrollo es perfecto.
Y en este desarrollo no hay UNA humanidad.
Hay consciencia.
Generaciones despertarán las memorias de los ancestros.
Otras, sin embargo, mirarán hacia al futuro.
Unos sanarán el pecado de sus abuelos y de sus padres.
Otros mostrarán el nuevo rumbo.
Unos vendrán a cuidar la Tierra,
otros a hablarnos del Cielo y a invitarnos a soñar.
Unos vendrán a repetir el horror para que sólo uno,
– no hace falta más –
detenga la extinción de su estirpe.
Pero TODOS somos viajeros de la consciencia,
todos jugamos un juego del que tenemos que averiguar las reglas.
Todos somos parte del TODO pero no somos el Todo
Así no somos UNA humanidad,
somos parte de la humanidad.
Humanidad, extraña condición de vida.
La vida de la que no gozan ni los dioses ni los ángeles.
Humanidad, extraña condición de consciencia.
Consciencia que no tienen los demás reinos vivientes.
Humanidad, extraña condición
que vive para morir
que muere para vivir.
Todo ha sido y es perfecto.
El devenir de nuestras historias personales,
el de nuestras historias genéricas...
me invitan hoy a replantearme
TODO el discurso acerca del hombre y de la mujer...
Pronto nuevas historias se contarán.
Ya están listas pero falta un pequeño detalle:
que la antigua piel se termine de caer.
Sólo entonces habrá nuevos oídos para escuchar
y nuevos ojos para ver.
Sólo así,
pasando por los cambios de nuestra piel,
podremos comprender lo nuevo.
Y lo nuevo nos llevará a lo que "sublímicamente"
venimos a aprender para trascender.
A vivir para dejar de lado.
Nuevos aromas de liberación anuncia la serpiente.
Buena semana seguidores de este micro espacio de voces valientes
y corazones vivos.
Y siempre gracias.
El murmullo se ha convertido en voz.
Cuando la voz se despierta, comenzamos a escuchar... a escucharnos.
Muchas vidas han pasado para llegar hasta hoy.
A que yo esté escribiendo estas palabras,
y ustedes las estén leyendo.
Y desde el cambio –inevitable–
miro atrás para darme cuenta que todo, TODO, ha sido perfecto.
Nuestro desarrollo es perfecto.
Y en este desarrollo no hay UNA humanidad.
Hay consciencia.
Generaciones despertarán las memorias de los ancestros.
Otras, sin embargo, mirarán hacia al futuro.
Unos sanarán el pecado de sus abuelos y de sus padres.
Otros mostrarán el nuevo rumbo.
Unos vendrán a cuidar la Tierra,
otros a hablarnos del Cielo y a invitarnos a soñar.
Unos vendrán a repetir el horror para que sólo uno,
– no hace falta más –
detenga la extinción de su estirpe.
Pero TODOS somos viajeros de la consciencia,
todos jugamos un juego del que tenemos que averiguar las reglas.
Todos somos parte del TODO pero no somos el Todo
Así no somos UNA humanidad,
somos parte de la humanidad.
Humanidad, extraña condición de vida.
La vida de la que no gozan ni los dioses ni los ángeles.
Humanidad, extraña condición de consciencia.
Consciencia que no tienen los demás reinos vivientes.
Humanidad, extraña condición
que vive para morir
que muere para vivir.
Todo ha sido y es perfecto.
El devenir de nuestras historias personales,
el de nuestras historias genéricas...
me invitan hoy a replantearme
TODO el discurso acerca del hombre y de la mujer...
Pronto nuevas historias se contarán.
Ya están listas pero falta un pequeño detalle:
que la antigua piel se termine de caer.
Sólo entonces habrá nuevos oídos para escuchar
y nuevos ojos para ver.
Sólo así,
pasando por los cambios de nuestra piel,
podremos comprender lo nuevo.
Y lo nuevo nos llevará a lo que "sublímicamente"
venimos a aprender para trascender.
A vivir para dejar de lado.
Nuevos aromas de liberación anuncia la serpiente.
Buena semana seguidores de este micro espacio de voces valientes
y corazones vivos.
Y siempre gracias.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)