jueves, 21 de marzo de 2013

SANTO PRESENTE

El cuerpo vive en el presente.

El cuerpo vive en el presente.

El cuerpo, vive en el presente.

Yo me pregunto:
¿Qué fue de nosotros cuando nos hicieron pensar que el cuerpo era inferior al alma? ¿Que las sensaciones eran malévolas? ¿Que habían cosas que era mejor no sentir? ¿Que el cuerpo era pecaminoso? ¿Que la sexualidad era peligrosa?

Si el cuerpo está en permanente presente: ¿A dónde diablos nos fuimos todo este tiempo?

Ahora el mundo católico tiene un Papa simpático, latino y tercermundista.
Las personas se alegran y ya dicen incluso que lo aman.
Se anuncian nuevos aires en la Iglesia. Esa de la que no podemos olvidarnos los que no somos católicos, ya que ha sido la madre de nuestra cultura latinoamericana.
¿Serán nuevos esos aires?

¿Qué de nuevo tiene no incluir a la mujer como ser capaz de vivir una espiritualidad sagrada? ¿Qué de nuevo habrá en el discurso de acabar con los pobres —siendo la mujer el ser más empobrecido de la humanidad—? ¿Cómo transformar una historia terrible si aún se sigue ignorando a la mitad de la población?

El cuerpo vive en presente. ¿Y la Iglesia, en qué tiempo vive?

Hoy comienza a crecer la luz, a vencer a la sombra. Lo luminoso se expande invitándonos, como cada primavera, a poner al servicio de la Creación todo aquello que descubrimos mientras reinaba la oscuridad.

Dicen que en la oscuridad de la sombra duerme nuestra potencialidad silenciada. ¿No es acaso lo femenino una potencialidad silenciada de la humanidad?

Así, en presente, los invito a que esta semana SANTA, sagrada, esta luna de pascua nos tomemos un tiempo para sentir nuestro cuerpo, desde lo profundo, para que se revele nuestra luz, santa –sagrada–. A estar en presente y confiar en nuestras sensaciones calladas.

Esta primavera se anuncia como una época de perdón.

Perdónate todo el agravio que te has causado,
el que has causado a los demás,
el que los demás te han causado.
Deja entrar la compasión a través del sentir, sin traumas.
Entendamos de una vez de dónde venimos, para saber a dónde vamos.
Dejemos a un lado lo viejo, para que pueda transformarse
y cantemos, desde el presente sin tiempo,
la historia que sentimos que hoy somos.

Que nazca en ti la esperanza, mujer, hombre.
La esperanza sin miedo de saberse creado sin error.

Santo es tu templo
y santo tu corazón
santa la voz de tu alma

Confía.



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